En México, así como en el resto del mundo, existen diferentes padecimientos que continúan siendo un verdadero problema de salud. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cada año mueren alrededor de 600 mil personas por diferentes causas en nuestro país.¹  

Las principales causas de defunción son las consideradas como enfermedades graves, siendo las más comunes aquellas relacionadas con el corazón, la diabetes mellitus, la hipertensión, el sobrepeso, la obesidad y el cáncer. De hecho, el INEGI reporta que, actualmente, la mortalidad de la población mexicana se encuentra mayormente relacionada con las enfermedades crónico degenerativas.¹

Por ello es de suma importancia la medicina de primer contacto: una especialidad que reúne el conocimiento y destrezas de otras especialidades e integra las ciencias biomédicas, conductuales y sociales, con el propósito de prevenir, curar y rehabilitar a las personas, enfocándose en las enfermedades emocionales y adictivas, crónico-degenerativas y infectocontagiosas, además de accidentes y la violencia. Esta medicina, también conocida como atención primaria, se establece como el primer eslabón de la cadena de atención médica.²

En todo sistema de salud existe una puerta de entrada donde los pacientes acuden por un problema de salud y que por consiguiente debe ser muy accesible en todos los aspectos: geográfico, económico y oportuno. Esta puerta de entrada o punto de primer contacto debe ser el centro de atención primaria.⁴

A diferencia de un médico especialista que se centra en resolver un problema en concreto, el médico de atención primaria tiene una visión global de cada enfermedad que pueda padecer el paciente. En muchas ocasiones, los médicos de atención primaria  constituyen el primer contacto para el paciente cuando está enfermo. Hacen también el diagnóstico del estado de salud usando determinados procedimientos, llegando a resolver el 90% de los casos, sin necesidad de que intervenga algún especialista.³

No obstante, la atención integral siempre es necesaria ya que el individuo debe ser atendido y evaluado desde la perspectiva del proceso salud-enfermedad, teniendo en cuenta el contexto familiar y social del mismo para establecer estrategias de manejo, así como redes de apoyo social y familiar.² 

De este modo, la trascendencia que puede tener la adecuada implementación de un modelo de atención integral está orientada a favorecer una cultura de autocuidado y, en la medida que el propio paciente vaya creando conciencia sobre la importancia de la atención integral, se irá equilibrando el uso de servicios de atención con los de promoción y prevención en salud.²

Los avances tecnológicos y el conocimiento científico permiten hoy en día establecer el diagnóstico de muchas enfermedades. Un diagnóstico temprano implica también el inicio precoz de un tratamiento específico que en última instancia modifique el curso de la enfermedad y prevenga complicaciones.⁴

En definitiva, la atención primaria debe ser el eje en torno al cual gire el sistema de salud. Por ello es importante que los pacientes consulten primero a su médico familiar antes de tomar decisiones difíciles respecto a su salud.