El melanoma es un tipo de cáncer de piel implacable, agresivo y heterogéneo, que involucra innumerables vías de señalización que regulan muchos procesos celulares. Esto hace que el melanoma sea difícil de tratar, especialmente cuando se diagnostica tarde.¹
 

El melanoma tiene una mortalidad general de aproximadamente el 20%, y es responsable del 80 % de las muertes relacionadas con el cáncer de piel en todo el mundo, lo que se atribuye en gran medida a su capacidad para evadir el tratamiento y hacer metástasis en otros órganos.¹
 

El melanoma es más común en los caucásicos y ocurre a través de mutaciones en las células productoras de pigmento, conocidas como melanocitos. Estos melanocitos se encuentran normalmente en el oído interno, los ojos, las leptomeninges y la piel, pero se pueden encontrar en otros lugares. Se cree que la transformación neoplásica de los melanocitos derivados de la cresta neural es responsable del melanoma.¹

Factores de Riesgo
 

El desarrollo del melanoma es el producto de la interacción entre el huésped y los factores ambientales, como ocurre con todos los cánceres.²
 

 La radiación ultravioleta (UV), de diferentes fuentes como el sol y las camas de bronceado, es el factor de riesgo ambiental más ampliamente reconocido para el desarrollo del melanoma. Las quemaduras solares acumuladas desde la adolescencia en los individuos también son de alto riesgo.²
 

Las personas con piel y tono de cabello más claros tienen niveles bajos de melanina y tienen un mayor riesgo de desarrollar melanoma. La cantidad de lunares en el cuerpo de un individuo también aumenta el riesgo.²
 

Un historial familiar positivo de melanoma también tiene un mayor riesgo debido a los hábitos de exposición al sol y/o mutaciones genéticas heredadas. Se cree que el gen CDKN2A en el cromosoma 9 en una forma mutada es un factor de alto riesgo de desarrollar melanoma.²